Uno de los mayores problemas que nos encontramos a la hora de seguir una dieta, es la ansiedad y necesidad de comer dulce.
El cerebro se convierte en el mayor enemigo en este aspecto, pues nos empuja a querer comer, y sobre manera, cosas dulces.
Este proceso es natural, y debemos de estar preparados mentalmente para afrontarlo, pues siempre aparecerá. Es lógico, puesto que a nuestro organismo le estamos privando de la energía calórica que está recibiendo a su tiempo cada día.
Como eliminar la necesidad de comer dulce
Muchas personas se preguntan cómo evitar la necesidad de comer dulce. Y ante todo, hemos de comenzar entendiendo y separando el hambre física del hambre emocional.
Porque generalmente se confunden ambas, con el consiguiente perjuicio para la meta que nos hemos propuesto de pérdida de peso.
Las personas asocian la comida al placer y cuando eliminan la fuente del placer -comida-, puede aparecer el mal humor así como un carácter que se irrita por cualquier cosa.
Después aparecerá en último momento la ansiedad, por padecer el sentimiento de que les han quitado cosas valiosas para ellos.
En estos casos, es importante conocer que en el momento que afrontamos una dieta de restricción calórica, estamos a 21 días de ganar la apuesta.
Estas tres semanas, las primeras, son las que nos separan de llegar a la meta. Al cabo de este tiempo, el organismo se habitúa al ritmo que le hemos impuesto y ya damos por ganado aquel reto propuesto, sea cual sea. Incluso el de tabaco.
Como engañar a la ansiedad en estos 21 días
Mientras que llegamos a estas tres semanas, podemos en aquellos momentos que resulten especialmente duros, inclinarnos por tomar unos snacks saludables, que permitan así controlar el estado de ánimo y hacer que no sintamos tanta necesidad de comer algo de inmediato.
Elige alimentos que sean ricos en fibra, como las zanahorias o el pepino y palitos de zanahoria baby, rodajas de pepino o también palitos de manzana.
Será una gran manera de sentirnos saciados o al menos calmar los «arreones» que el cerebro nos da pidiendo comida.
La paciencia también es clave para no sentirnos mal. Asimismo, podemos ayudar a los demás y evitar que se se vengan abajo.
Así que intenta siempre aportarles una sonrisa y ayudarles a planificar los menús que necesiten, dentro de las recomendaciones de alimentos que los médicos o nutricionistas les den. El apoyo, como te estarás dando cuenta, es uno de los factores que más les repercutirán.
Si hay varios miembros de la familia que comen diferente, y algunos comerán productos que están prohibidos para el resto, intentad hacer varias tandas de comidas, más que nada para que ninguno sufra ante una tentación.
Estarás así protegiendo a tu familia o amigo/a a que se mantenga, ayudando a su salud.
¡Ponlo en práctica y comparte!
